María Otegui fue premiada por la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria

La Profesora Titular de la Cátedra de Producción Vegetal e Investigadora Superior del CONICET recibió el premio “Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales 2017” por su valiosa contribución en materia de producción, mejoramiento, industrialización y comercialización de granos y semillas.

El 23 de octubre la Dra. María Elena Otegui, Profesora Titular de la Cátedra de Producción Vegetal de la Facultad de Agronomía de la UBA e investigadora Superior del CONICET, recibió el Premio "Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales 2017", otorgado por la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria, quien reconoció su valiosa contribución en materia de producción, mejoramiento, industrialización y comercialización de granos y semillas. 

“Todos los premios relacionados con la actividad profesional de una persona tienen importancia curricular, pero los que se otorgan a través de la ANAV son un poco más especiales, ya que lo deciden académicos muy reconocidos. En este caso, además, me halaga que provenga de una Institución (la Cámara arbitral) que busca reconocer aportes a la producción, el mejoramiento, industrialización y/o comercialización de granos y semillas. O sea que han reconocido un aporte, directo o indirecto, a actividades de las cuales depende fuertemente la economía del país”, expresó la Dra. Otegui.

El premio Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires se otorga cada dos años. El último, en el 2015, correspondió a la Cátedra de Cerealicultura de la FAUBA. Actualmente María Elena Otegui continúa trabajando en bases eco-fisiológicas para el manejo y mejoramiento de cultivos anuales para grano. Si bien su carrera de investigación ha estado orientada al maíz, también ha realizado trabajos en otras especies como maní, soja, sorgo y trigo.

“Personalmente siempre creo que los premios a las personas son premios que también reconocen a las instituciones a las que esa persona pertenece. Esto se aplica muy especialmente a la investigación y más aún en la actualidad. Una persona llega a un reconocimiento de este tipo por un esfuerzo colectivo, de su grupo de trabajo (que incluye colegas y estudiantes de grado y posgrado) pero también de personal de campo y administrativo. A la vez, son importantes para las instituciones porque les dan visibilidad. Le permiten a la sociedad mejorar la comprensión de los méritos e importancia para el desarrollo colectivo de las instituciones y sus miembros”, agregó.

Y agradeció a la FAUBA, al CONICET y al INTA por haberle permitido completar su desarrollo académico y profesional. “La FAUBA ha sido mi alma mater desde que en 1977 ingresé como alumna. En el CONICET inicié mi carrera desde 1996 como becaria postdoctoral y me desarrollé como investigadora con estándares inusuales para nuestro país. El INTA ha albergado ininterrumpidamente mis investigaciones a campo en la EEA Pergamino desde 1995”, finalizó.

Sobre el autor

Esp. Lic. en Comunicación Social