Proyecto Seda: Impulsan el trabajo sericícola para reducir la pobreza en América Latina
Instituciones de varios países de Latinoamérica y el Caribe trabajan en un proyecto que busca promover el desarrollo de la sericicultura e incluir a la mujer como actora principal en la cadena. La FAUBA cumple un rol fundamental a través del local de cría y mejoramiento de gusanos de seda.
Según el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) la pobreza extrema en Latinoamérica alcanzó su nivel más alto desde 2008: sumó 63 millones de personas, un millón más que en 2017. Además, cerca del 40% de la población ocupada recibe ingresos laborales inferiores al salario mínimo, y el 77% del trabajo no remunerado es realizado por las mujeres.
La Facultad de Agronomía de la UBA participa de un proyecto que busca reducir la pobreza en América Latina y el Caribe a través del trabajo de la sericicultura. Se denomina Proyecto Seda y propone impulsar y desarrollar la actividad sericícola, desde la cría y producción de capullos; el hilado; el diseño y confección de prendas con técnicas artesanales y la comercialización directa, bajo un enfoque sustentable y agregado de valor local. Un aspecto relevante del proyecto es la promoción de la mujer como actora principal en la cadena.
“La FAUBA tiene un rol fundamental: realizar el mejoramiento genético de líneas y variedades de gusanos de seda para adaptarlas al país y a la región; así como la multiplicación y entrega de huevos o “semillas” a productores e instituciones educativas que participen del proyecto. Merece destacarse que es la única institución participante que cumple ese rol y es el soporte y referencia para la futura creación de otras unidades multiplicadoras en los demás países”, aseguró el Ing. Agr. Claudio Basso, de la Cátedra de Producciones Animales Alternativas y responsable del local de Cría y Mejoramiento de Gusanos de Seda de la Facultad de Agronomía.
El Proyecto Seda conglomera a distintas instituciones de varios países de Latinoamérica y el Caribe y es co-financiado por la Unión Europea. Entre ellas se encuentra la FAUBA, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA); la Universidad Estadual de Maringá de Brasil (UEM); la Estación Experimental Indio Hatuey de Cuba; el Patronato del Centro Turístico Sericícola y de Rebocería de Michoacán de México; la Universidad Pontificia Bolivariana de Colombia (UPB); la Cooperativa SocioLario de Italia y la Universidad Estatal Amazónica de Ecuador (UEA).
En la Argentina el trabajo sericícola se reimpulsó hace más de 15 años. Pequeños y medianos productores se dedican a la cría y producción de capullos, el hilado y obtención de madejas de hilo de seda y al diseño y confección de prendas artesanales. Además, se suman al trabajo artesanos y diseñadores que elaboran accesorios y joyas a partir de los capullos.
“Distintos actores coincidieron, en una reunión celebrada en la FAUBA en el año 2010, que las principales limitantes para la expansión de la actividad son la falta de difusión, la reducida disponibilidad de recursos humanos capacitados, la escasa disponibilidad de material biológico en calidad y cantidad (gusanos de seda y moreras), la creciente pérdida de la cultura del trabajo y las dificultades para integrar cadenas coordinadas y justas en la distribución del precio final logrado. Hoy en día se ha avanzado en algunos aspectos. El proyecto tiene como objetivos contribuir a remover los obstáculos mencionados”, expresó Basso.
De este modo, la Facultad de Agronomía de la UBA se encarga de distribuir huevos o larvas jóvenes, sin cargo, como fomento de la actividad a productores ubicados en las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Córdoba, Santiago del Estero, Salta, Jujuy, Formosa, Corrientes, Misiones, Mendoza, Santa Fe, San Luis y Entre Ríos.
Uno de los aspectos más importantes que propone el Proyecto Seda es la reducción de la pobreza en América Latina y el Caribe. Según explica el Ing. Agr. Claudio Basso, su desarrollo generaría más trabajo e ingresos genuinos para las familias que adopten la actividad, sin requerir grandes inversiones ni superficies, aprovechando los recursos disponibles en las fincas, originando productos de alto valor agregado “muy apreciado por los consumidores de productos de seda”.
Respecto al rol de la mujer como protagonista en la cadena, el especialista de la FAUBA explicó: “En muchas familias de zonas rurales, en particular pequeños y medianos productores, las mujeres, luego de realizar las actividades propias de cuidado de la casa y la familia, disponen de tiempo libre que pueden dedicar a otra actividad productiva para contribuir al ingreso familiar. En este sentido la sericicultura es una oportunidad para el logro de este objetivo, ya que tiene una baja exigencia horaria, fácil de realizar y de la que, además, pueden participar varios integrantes del grupo familiar”.