“El INTA necesita reorganizarse, no desarticularse”

El Ing. Agr. Alejandro Costantini advierte sobre la delicada situación del INTA frente al desfinanciamiento y la incertidumbre institucional. En esta entrevista, analiza el impacto de las posibles reformas y destaca el valor estratégico del sistema científico argentino.

Alejandro Costantini es ingeniero agrónomo egresado de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), magíster en Ciencia del Suelo por la misma Facultad y doctor por la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro, Brasil. Actualmente, se desempeña como profesor asociado en la Cátedra de Edafología de la FAUBA y dirige el Instituto de Suelos perteneciente al Centro de Investigación de Recursos Naturales del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Según advirtió, el INTA —una de las instituciones científicas más relevantes de América Latina— atraviesa un momento crítico. “Vivimos una situación compleja. A un desfinanciamiento y falta de inversión que lleva muchos años, se suma ahora una gran incertidumbre institucional por las reformas que el gobierno nacional pretende implementar, sobre las cuales no tenemos información concreta”, aseguró.
Costantini detalló un panorama preocupante: “Los salarios han quedado muy atrasados, estamos perdiendo recursos humanos valiosos y corremos el riesgo de seguir perdiéndolos. La formación de personal técnico y profesional lleva años. Además, tenemos problemas edilicios graves, equipamiento obsoleto y un parque automotor al límite de las posibilidades de utilización debido al estado de las unidades”.
En este sentido, el ingeniero explicó que una de las mayores inquietudes gira en torno a posibles cambios en el mecanismo de gobernanza del INTA. “Se ha mencionado que podría modificarse la composición del Consejo Directivo, lo que implicaría que las decisiones institucionales quedaran subordinadas al gobierno de turno. Hoy, ese Consejo está integrado por representantes del Estado nacional, la Mesa de Enlace, asociaciones de productores y las facultades públicas de agronomía y veterinaria”.
Según Costantini, alterar esa estructura pondría en riesgo la planificación de largo plazo. “El INTA necesita reorganizarse, y de hecho desde las direcciones hemos trabajado una propuesta en ese sentido que fue aprobada por el Consejo Directivo, pero luego inexplicablemente revertida”.
Recientemente, el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) difundió un comunicado expresando su apoyo al INTA y destacando su rol estratégico en innovación, formación y desarrollo tecnológico para el sector agropecuario. En el documento, manifestó su preocupación por las decisiones del Poder Ejecutivo para modificar la gobernanza democrática del INTA, expresando que “lo anunciado representa una postura que pretende el acceso al control directo y unilateral sobre la administración del Instituto”.
Sin duda, el INTA cumple un papel fundamental en el desarrollo agropecuario y agroindustrial del país. “Desde productos innovadores como la avena libre de gluten, hasta avances silenciosos como la secuenciación de genomas de plagas o la producción de vacunas para la ganadería. Detrás de cada plato de comida en la mesa de los argentinos hay, en algún punto, tecnología del INTA”, destacó el ingeniero.
También, tiene un rol importante en la formación profesional: “Muchísimos jóvenes se forman en el INTA, desde becarios técnicos hasta doctorales. Muchos de los mejores profesionales jóvenes que hoy trabajan conmigo en el Instituto fueron formados en la FAUBA, tanto ingenieros agrónomos como licenciados en Ciencias Ambientales”.
“El sistema de ciencia y tecnología argentino ha sido eficiente, aun sin grandes recursos. Y esto ha sido posible gracias a gente que trabaja con vocación, no con afán de enriquecimiento. Lo que necesitamos es una reforma basada en diagnóstico, planificación y ejecución, algo que no se realizó, o al menos no tenemos conocimiento de ello”, afirmó.
Para cerrar, Alejandro Costantini reflexionó sobre el recorte presupuestario que afecta a las universidades públicas. Aunque hoy tiene dedicación parcial en la FAUBA, fue docente con dedicación exclusiva durante 15 años. “Conozco bien la Facultad, y veo situaciones semejantes. Tal vez la autonomía universitaria le dé a la FAUBA y a las universidades públicas en general alguna herramienta para resistir, pero sin recursos será difícil mantener los niveles de producción y eficiencia que históricamente tuvo nuestro sistema científico y de enseñanza”, dijo.
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