“La escritura es como un refugio de alpinista”
Trabaja en la Dirección de Compras de la FAUBA y hace poco más de un mes publicó el libro “La Herradura de Freud”. A los cuarenta y cuatro años, Luis Duarte dice que el secreto de escribir es sólo percibir dónde hay una historia para contar.
“Un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas”.
Ernesto Sábato
-Me llamo Luis Duarte- se presenta.
-Nací en Lanús- continúa.
-Tomá, éste es mi primer libro, ojalá lo disfrutes como yo lo disfruté escribiéndolo.
Es un hombre un poco canoso y usa lentes con marcos grandes. Trabaja como administrativo en la Dirección de Compras de la Facultad de Agronomía. Escribe por la mañana y lee por las noches, en su habitación.
A fines de mayo (de este año) publicó su primer libro: “La Herradura de Freud”, en la Biblioteca Nacional. Son dieciséis cuentos narrados en ciento veinticinco páginas, surgidos a partir de la recolección de casualidades, imágenes, historias.
Luis tiene cuarenta y cuatro años y empezó a escribir a los veinte. Es una persona oportuna, amable, tranquila. Habla pausadamente y utiliza las manos para gesticular lo que dice. Sin duda, la literatura es el arte al que se dedica apasionadamente y, según él, el secreto está en percibir dónde hay una historia para contar.
¿Cuándo te diste cuenta de esta vocación?
-Leí muchos libros importantes ligados directamente a diferentes etapas de mi vida. Pero creo que fui impulsado por “Sobre Héroes y Tumbas” de Ernesto Sábato.
Pero…(interrumpe la pregunta con una anécdota)
-El último año de la secundaria me iba todos los días a leerlo a la librería que quedaba a dos cuadras del colegio. Me había entusiasmado tanto con el texto que, una noche, después de cenar, les comenté a mis viejos sobre el libro. Mi papá se alegró por mi curiosidad literaria y me dio la plata para comprarlo. Al día siguiente fui feliz a la librería, agarré el libro, saqué la plata del bolsillo y se la extendí al librero. El señor me miró serio y me dijo: “Pibe, ya te leíste más de la mitad del libro: es tuyo”.
¿Con qué personaje de Sobre Héroes y Tumbas te gustaría sentarte a conversar?
-Con Alejandra. Siempre me impactó ese personaje solitario, mordaz y sensible que Sábato construyó en ese inmenso texto.
¿Último libro que leíste?
-¿Qué es la literatura? de Jean-Paul Sartre.
¿Qué sensaciones te genera escribir?
-Hace poco escribí algo muy cortito llamado “El oficio de escritor” (ver cuadro) que, me parece, refleja las sensaciones que me produce escribir. Puede ocurrir que en un momento determinado la realidad se ensaña con vos y te asfixia. Ahí es cuando empezás a buscar alguna que otra respuesta con lo que tengas a mano. En mi caso fue como reencontrarme con un viejo amigo- la escritura- para caminar juntos hasta el final.
¿Y tenés un lugar favorito para escribir?
-De pibe mi lugar favorito eran los bares; dejé a más de uno sin servilletas de papel en las mesas (se ríe). Desde hace unos años en mi casa; la madrugada y la mesa de la cocina me soportan. Mis comienzos estuvieron guiados más por el placer de poner todo lo que me venía a la mente que por buscar coherencia en mis apuntes.
Hablemos de tu libro, la Herradura de Freud… ¿Con qué material se va a encontrar el lector?
-Creo que la mayoría de los cuentos buscan reflejar situaciones cotidianas; a veces duras, a veces desopilantes, que intentan mostrar la condición humana en algunos de sus aspectos. A veces la realidad ofrece una ventanita del absurdo… entonces la abro sigilosamente y me instalo.
¿Te llevó mucho tiempo escribirlo?
-Fueron cuatro años de producción permanente, en los que el libro no estuvo en mi horizonte. Un día, sin buscarlo, conocí a mi primer lector y fue cuando surgió la posibilidad de pensar esas historias en forma de libro. Su opinión fue el primer estímulo.
Pero cuando escribís, ¿para quién lo haces?
-Te diría que hace unos años escribía para colmar una necesidad, llenar algún casillero suelto de tanto pedalear en el vacío.
Luego apareció mi primer lector, después algunos más. Hoy mi anhelo es agrandar la tribu…
Y, por último Luis, ¿cómo definirías la escritura?
-En mi caso la escritura es como un refugio de alpinista (dice con seguridad): se puede dejar algunos años sin habitarla, pero cuando volvés, te encontrás con todo tal cual lo dejaste. Dice Raymond Chandler en “El simple arte de escribir”: “El escritor, por mucha habilidad que haya adquirido en la técnica rutinaria, nada lo ayudará si no es la pasión y la humildad”.
EL OFICIO DE ESCRITOR (Fragmento)
Escribir por placer, en la agonía, por gusto, frente al reflejo de un verbo.
Escribir por terror a reconocerse o a tocarse entre la penumbra.
Escribir esas frases que te emparcharon el alma.
Escribir acontecido, tenue, entre paréntesis, bajo un árbol de raíces fina (…)
Saltar la escritura con elegancia escrita, manifestarse a favor de todos aquellos que han elegido escribir sin analizarse. Escribir hasta llagarse o hasta parir algún recuerdo (…)
Escribirle un poema al pánico, a la soledad, a las cárceles internas e intestinas, escribir parejo, podrido, salvado, redimido.
Escribir en el cine, en un velorio, en dos zanjas, en tres idiomas, en cuatro patas,
Escribir hasta sangrarlo, bajo la sombra, enterrado.
Escribirle a tu egoísmo y a mi candorosa ingenuidad
Escribir sin límites, hasta recobrar el pulso de lo escrito…
Escribirlo todo y morir… después de haber publicado.
Luis Duarte