Los tipos de la era digital

Vie, 18/06/2010 - 11:21
Por FAUBA

El Herbario“Gaspar Xuarez”, de la FAUBA, busca implementar un proyecto para mejorar el intercambio entre las colecciones de plantas de la Facultad y las del mundo.

El Herbario “Gaspar Xuarez”, de la Facultad de Agronomía de la UBA, se destaca actualmente por su colección de 200.000 plantas de la Argentina y de países vecinos, resultado del trabajo obstinado de docentes e investigadores como Lorenzo Parodi (quien lo fundó, en 1962), Osvaldo Boelcke, continuador de su obra en la Cátedra de Botánica Agrícola, y Elisa Nicora, primera curadora del Herbario. No obstante, el tesoro más preciado de este herbario está compuesto por un selecto grupo más de 500 ejemplares únicos, denominados tipos, que lo distinguen de otros herbarios, le aportan un valor único y son de interés mundial.

“Cuando un botánico encuentra una nueva especie, debe describirla sobre los caracteres de un único ejemplar, llamado tipo, que tiene valor de documento, es único e irreemplazable”, explica Roberto Tortosa, profesor de la Cátedra de Botánica y curador del Herbario, llamado “Gaspar Xuarez” en honor al primer botánico argentino.

Tortosa trabaja en las instalaciones del Herbario, que ocupa unos 150 m2 y que cuenta con unos 100 muebles metálicos donde se conservan las colecciones ordenadas prolijamente en orden sistemático. Su prioridad es proteger las plantas de los insectos, explica, mientras monta cuidadosamente un ejemplar seco sobre una cartulina y le asigna una etiqueta con información detallada (familia, nombre científico y vulgar, origen, colector y fecha).

A su alrededor se levantan las colecciones de gramíneas, especialmente las que pertenecieron a Parodi, junto a otras de Nicora, Boelcke, Alberto Soriano (con vegetación de Patagonia), Eduardo Grondona (flora de la Provincia de Buenos Aires y Tierra del Fuego) y Rolando León.

Se trata de una colección destacada en el ámbito de la UBA (donde existen otros herbarios, en las facultades de Ciencias Exactas, y Farmacia y Bioquímica), por estar vinculada, en mayor medida, a la producción agropecuaria. Al respecto, Tortosa subraya una particularidad local: “Por tradición, en la Argentina los viejos botánicos fueron agrónomos, algo fuera de lo común en otros países”.

El curador también advierte que el espacio comienza a quedarle pequeño, pues su objetivo (y el de una comunidad de 3.240 herbarios que se distribuyen en 165 países) es grande: mantener un registro de la biodiversidad vegetal de nuestro planeta. Por eso, hacia delante apuesta a lograr que los ejemplares trasciendan los armarios de la Cátedra y estén disponibles en Internet, en archivos digitales accesibles a otros herbarios y botánicos.

“Antes, el intercambio de las plantas se hacía por cartas: pedíamos el tipo que buscábamos a un herbario en otro país, y nos lo mandaban por barco. El riesgo era muy alto, porque los ejemplares se podían dañar o perder. Con el tiempo, se comenzaron a enviar fotografías, aunque con una calidad regular”, recordó.

Ahora, el objetivo es acceder a un subsidio de la Fundación Andrew W. Mellon, que prevé financiamiento para la compra de equipos y un escáner de alta precisión, adecuado para hacer un registro digital de los tipos de la FAUBA, junto con discos rígidos de gran capacidad de almacenamiento. Las imágenes escaneadas serían enviadas con los discos a la base de datos Lapi, de la Iniciativa de Plantas de la Fundación, para estar disponibles junto a los tipos de los mayores herbarios del mundo.

Mediante esta tecnología, los archivos pueden ser consultados por botánicos de todo el planeta, de manera gratuita para los miembros de las instituciones involucradas en el proyecto.

Sobre el autor

Facultad de Agronomía - Universidad de Buenos Aires