Sólo se trata de vivir, esa es la historia
Es ingeniera agrónoma y sufre la enfermedad de epilepsia. Investiga en el área de Educación Agropecuaria y dicta un taller en Turismo Rural, además de integrar la Comisión de Discapacidad de la FAUBA. Alejandra Mella es un ejemplo de superación y fortaleza, digno de reconocimiento.
-Soy polenta y plato a la vez- dice.
Ella estaba ahí, sentada en el tercer asiento de la primera fila. Fue como hace tres meses. Sonriente aplaudía mientras la profesora estadounidense Temple Grandin recibía el “Doctora Honoris Causa”. Alejandra también padece una enfermedad cerebral.
- No padezco autismo. Soy una de las personas que trabaja en FAUBA con una enfermedad neurológica crónica y severa. Pero salgo adelante.
Tiene cincuenta y cuatro años y desde los veinte sufre un trastorno en el sistema nervioso que le provoca convulsiones violentas y pérdida del conocimiento: se llama Epilepsia Refractaria.
-Sí, tengo un cerebro atípico. Paso crisis, alucinaciones auditivas y visuales y a veces no logro controlar los movimientos del cuerpo. ¡Convulsiones parciales diarias!... Uno sigue trabajando.
Sin embargo, y aún con crisis, Alejandra realizó un doctorado y cumplió una beca post doctoral en Estados Unidos. Si bien abandonó las clases presenciales por diez años, nunca dejó de hacer investigación. Hoy en día se desarrolla en el área de Educación Agropecuaria y dicta un taller en la carrera de Turismo Rural, además de integrar la Comisión de Discapacidad de la FAUBA.
-Cuando la enfermedad avanzó y tuve más de veinte crisis diarias llegue a tener convulsiones completas frente a los estudiantes de la UBA. Fui la docente que pidió disculpas a sus alumnos por tener crisis durante años.
Alejandra Mella atravesó por cinco comas debido a las crisis prolongadas, uno de ellos inducido por los médicos en el 2009. Tres años más tarde la operaron del cerebro dos veces y con eso lograron detener la muerte cerebral.
-Sin bien los médicos todavía me siguen estudiando, bajé la cantidad de medicación que tomo diariamente.
Y aquél día, que aplaudía sonriente en el tercer asiento de primera fila, Alejandra se veía admirada, sorprendida del discurso, de los gestos que hacía Temple Grandin, una gran referente. Resulta que Mella había reunido a quienes plantearon para FAUBA la fundamentación del “Honoris Causa para Grandin”.
-Este tipo de temáticas nos ponen frente a dos problemáticas: la dignificación alcanzando el mundo del trabajo y la autonomía personal. Temple Grandin logró ambas y además el mayor nivel de excelencia académica. Dignificación y autonomía son válidos en muchas situaciones, incluso sociales. Su logro es de valor tanto para su persona como para quien se detiene a escucharla.
Y continuó…
-El decano me pidió ayuda para escribir la fundamentación de la solicitud de designación de la Dra. Grandin. Y yo derivé la inquietud a Mónica Santos Cristal, que estudió sus libros y sin duda es una persona comprometida con la problemática de la discapacidad, que argumentó con conocimiento del tema de la psicología animal, y al Dr. Rodolfo Cantet, cuyos méritos científicos lo convierten en un aval académico insoslayable. El tema era producción animal sin sufrimiento, controversial.
Alejandra Mella con el trastorno neurológico y convulsiones repetidas sigue adelante, estudiando, investigando trabajando en la Facultad de Agronomía. Todo un ejemplo, digno de reconocimiento.
-Cuando Temple mostró cómo se veía de niña y lo dibujó, fue indescriptible la impresión. Yo también vi así. Es como que te tapas los ojos y decís ¡No entiendo! En términos agronómicos, yo diría que de un parpadeo veo en curvas de nivel.
Sólo se trata de aprender a vivir. Esa es la historia…
-El enfermo debe concientizar, ser maduro y decidir.