Historias de egresados: “Relevo poblaciones de monos caí en ambientes continuos y fragmentados de Misiones”

Estudió la carrera de Ciencias Ambientales en la FAUBA y actualmente trabaja en el Instituto de Biología Subtropical (IBS-UNaM-CONICET) de Puerto Iguazú. Victoria Martínez de Zorzi cuenta su experiencia desde el noreste argentino. 

Victoria Martínez de Zorzi es Licenciada en Ciencias Ambientales, egresada de la Facultad de Agronomía de la UBA y actual becaria doctoral de CONICET. Desde 2019 trabaja en el Instituto de Biología Subtropical (IBS-UNaM-CONICET) de Puerto Iguazú (Misiones) llevando a campo un estudio de conservación de primates en el noreste de la provincia, relevando las poblaciones de monos caí (Sapajus nigritus). Además, puso en pie un proyecto de recolección de microplásticos en el Río de la Plata a modo de estudiar los potenciales procesos de bioacumulación en las cadenas tróficas y efectos en la salud humana. 

Si bien reconoce que su ingreso al mundo laboral fue una tarea difícil, asegura que la carrera de Ciencias Ambientales le aportó las herramientas suficientes para poder desarrollar su investigación exitosamente. En una entrevista para nuestro portal relata cómo fue su recorrido académico desde que eligió estudiar una licenciatura “desconocida” hasta los proyectos que desarrolla actualmente en el noreste argentino. Además, brinda una interesante reflexión sobre la pandemia mundial por Covid-19 y los efectos en el ambiente. 

-¿Qué te llevó a estudiar Ciencias Ambientales en la FAUBA?
-De chiquita me veía estudiando a los animales. Tenía esa idea fantástica de salvar a los animales en peligro de extinción por alguna causa antrópica. Me imaginaba trabajando con los osos polares y en las cuestiones del cambio climático. A los 17 años, cuando despertó mi inquietud sobre qué carrera elegir cuando terminara el secundario, asistí a números charlas de Biología y Ciencias de la Atmósfera en Facultad de Ciencias Exactas y Naturales pero no sentía que mi camino iba por ahí. Una amiga que me conocía de toda la vida me aconsejó que investigara sobre Ciencias Ambientales ya que una conocida de ella se encontraba cursándola. Nunca había escuchado el nombre de esta carrera ni tampoco sabía dónde me estaba metiendo pero me tiré a la pileta igual.

-Con todas las incertidumbres…
-Que en realidad eran inquietudes de terceros (¿Y qué es eso? ¿Para qué sirve? ¿De qué vas a trabajar? ¿Vas a ganar plata con eso?). Nunca me voy a olvidar del primer día de clase. Salí fascinada de la teórica de Botánica Morfológica dictada por la Dra. Andrea Vega. La Botánica me despertó un nuevo mundo en el cual no estaba familiarizada. La vocación y pasión con la cual esta docente trasmitía sus clases me hizo sentir que andaba por el camino correcto y que debía seguir en donde estaba. Fue así hasta mi último día en la facultad, cuando logré mi tesina junto a ella. 

-¿Cómo fue tu inserción en el campo laboral a partir de una carrera nueva? 
-No fue nada sencillo. El contexto del país en el año que terminé de cursar fue muy desolador. Fue el momento en el que hubo un abrupto recorte en Ciencia y Técnica al mes de haberme postulado a una Beca Doctoral CONICET, para abril de 2019. El oscuro panorama hizo que comenzara un arduo trabajo de sentarme todos los días armando y re-armando CVs. Fueron momentos muy deprimentes y tristes, sí. Pasados tres meses, surgió mi primer trabajo en relación de dependencia como Técnica de Medio Ambiente en una fábrica de rodados de neumáticos. Al principio fue muy difícil dado que, para poder armar estrategias para disminuir los impactos ambientales, uno debe conocer en primer lugar el proceso industrial en cual está inmerso. Las primeras recorridas en la planta era para mí entender un mundo y lenguaje nuevo. Además, me ponía a mí misma mucha presión y exigencia para que las cosas salieran bien dado que en lo personal, me afectaba mucho que pudiera haber algún tipo de desvío ambiental  puertas afuera de la fábrica. 

-Fue todo un aprendizaje… ¿Creés que el egresado está preparado para este tipo de trabajos?
-El perfil del graduado no está preparado específicamente para el campo industrial  pero, sin embargo, nos forman para comprender todo tipo de diálogos e intereses por lo que presentamos una capacidad de adaptarnos muy fácil a distintos ámbitos laborales. A veces, solo se necesita un poco de tiempo y paciencia. 

-¿Qué te aportó la carrera para desempeñarte en el Instituto de Biología Subtropical de Puerto Iguazú?
-Mi Beca Doctoral CONICET titulada “Impacto de la fragmentación de hábitat sobre los monos caí (Sapajus nigritus) en el Noreste Argentino” y dirigida por la Dra. Luciana Inés Oklander, busca estudiar y comparar poblaciones silvestres de S. nigritus tanto en ambientes continuos y protegidos como en ambientes desprotegidos y fragmentados del Noreste. Es un proyecto muy ambicioso dado que, primero, propone analizar los marcadores genéticos en un primate neotropical como modelo para evaluar los efectos de la fragmentación del hábitat en la diversidad genética; a partir de allí se pretende  generar estrategias de conservación que posteriormente puedan aplicarse a muchas otras especies arborícolas que enfrentan amenazas similares a la fragmentación del Bosque Atlántico en Argentina.
Por otro lado, se busca incrementar el liderazgo de las minorías al generar lazos entre los productores locales y especies silvestres. Trabajamos también con  las escuelas rurales, chacras y con los turistas que visitan las Reservas y Parques, transmitiendo el papel de la especie en el ecosistema y la importancia de su conservación y supervivencia. Creo que la facultad me brindó las herramientas suficientes desde lo académico, como el aprendizaje de comprender que las especies no están por sí solas en su hábitat sino que están inmersas dentro de un contexto social y político. Es por ello que estamos trabajando en generar un vínculo que conecte el conocimiento local con el ambiental a modo de poder incluir en los planes de manejo a las poblaciones locales que interactúan con la fauna silvestre en el día a día.

-¿Qué le dirías a los estudiantes de Ciencias Ambientales, que actualmente afrontan el desafío de cursar de manera virtual?
-Crean, amen, sueñen con esta carrera. Es la carrera más linda que debe existir. Vivan, gocen y disfruten cada una de las materias como de sus docentes. Aprovechen y absorban todo de los profes. La facultad no me dejó libros y textos. Me dejo una vivencia, un espacio de debate y diálogos. Me dio amigos, hermanos para toda la vida. 
La cuarentena, el encierro, genera angustias, miedo y mucha incertidumbre. No son momentos para nada lindos que uno como ser humano tiene que pasar, pero a veces detrás de cada crisis hay oportunidades también. Alrededor suyo están otros pares que están pasando por la misma situación que ustedes y con sus mismos intereses y gustos. Ábranse. Apóyense entre ustedes. Armen grupo de estudios por zoom, empaticen. No están solos. 
Los lazos y vínculos que se construyen en la facultad son muy fuertes y perduran toda la vida. Amigos, Barbie, Angie, Lucas, Delfi, Sofi, Mica, Galo, Meli, Mili, Nati, Ro, los quiero y extraño mucho. Simplemente… gracias.

-Para finalizar, ¿cuál es tu reflexión respecto a la pandemia mundial por coronavirus y sus efectos en el ambiente?
-El día que se declaró la cuarentena yo ya estaba en el monte en una campaña de muestreo. Pase 35 noches en la selva. La mayor parte del tiempo acompañada de un técnico de campo. La caza es un deporte para todos los chacreros misioneros. Es cultural. Los fines de semana cuando la gente está en sus casas sale a cazar. Es muy común. Con la cuarentena la gente no hizo otra cosa que salir al monte a cazar. A esto se sumaron los cazadores furtivos: no les faltó oportunidad frente la ausencia en el monte de la gendarmería, que estaba ocupada en los controles de la pandemia en los pueblos. 
Hace uno días regresé a la casa en donde vivo en Puerto Iguazú, una ciudad turística ahora transformada en un pueblo fantasma. El otro día recibí un reporte de un amigo guardaparque, contánadome que un remisero estaba cazando un chancho del monte dentro el Parque Nacional Cataratas para darle de comer a su familia. Cuando hay pobreza, lo primero que se cae es el medio ambiente y detrás de esta pandemia se viene esto.
Si bien es verdad que a nivel global las reducciones de emisión de gases de efecto invernado están disminuyendo o que durante la cuarentena no hubo atropellos en las rutas de fauna silvestre,  en una escala más local el contexto es absolutamente diferente. Hay muchas cosas que debemos cambiar aún y la realidad es que no estamos preparados. El ser humano es parte de sistema holístico y un componente más de un conjunto sistémico interconectado. El hombre es naturaleza y vivimos gracias a los procesos de otros seres vivos. Si la sociedad no toma conciencia de ello, jamás la trama ambiental podrá ser atendida a través de decisiones y medidas concretas. 
Muchos sostienen que esta pandemia es el producto de la destrucción del hábitat alentada por el deseo de la acumulación y la sobreexplotación de recursos. La salud debe estar acompañada de políticas ambientales que protejan los ecosistemas y la biodiversidad de especies, ya que ésta tiene también un importante rol en modular la propagación de enfermedades. Muchas políticas sanitarias resultarán frágiles si no se respeta el ambiente, si consumimos alimentos contaminados con agroquímicos o si la gente no tiene acceso a agua segura. El medio ambiente es salud y la salud es el medio ambiente que nos rodea. Cuidar a la naturaleza implica cuidarnos a nosotros para poder vivir en un mundo donde un abrazo no sea una amenaza sino un gesto de empatía y de amor como seres sociales y naturales que somos. Cuidarla y cuidarnos simplemente por el hecho de exitir.    

 

Sobre el autor

Esp. Lic. en Comunicación Social