¿Qué pasa en Famatina?
En el extremo norte de la provincia de La Rioja está ubicada una de las reservas de oro más importantes de la Argentina. Las multinacionales pelean por su explotación. El pueblo se manifiesta y advierte los graves problemas ambientales y de salud. Esta es la historia de Famatina, siete años de lucha, desidia y represión.
En el camino de entrada de la mina “La Mejicana” cinco personas hacen guardia. Los grados bajo cero de julio, los obligan a meterse adentro de una garita. “Estamos acá para frenar a los camiones mineros. Siempre tenemos miedo que nos llegue otra multinacional. Porque el oro está y, de alguna forma, se lo van a querer llevar”, dice Lucía con tono riojano.
Famatina está a unos mil doscientos kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, en la provincia de La Rioja, y tiene más de seis mil habitantes. Es un lugar tranquilo y silencioso, porque como en todo pueblo, la siesta es sagrada. Está entre montañas de más de seis mil metros de altura, y tiene calles y veredas angostas. No hay edificios; sólo casas bajas, hechas de adobe.
“Acá la gran actividad minera es el oro y uranio. Las empresas quieren hacer volar de punta a punta el cordón cordillerano para buscar metales. Las minas a cielo abierto son económicamente rentables, pero esa forma de explotación genera grandes problemas en el ambiente y la salud, fundamentalmente porque no se cumplen las reglas ambientales”, cuenta.
En el cordón montañoso el frío se siente, y mucho. Las cinco personas ya cambiaron por otras cinco personas más. La misma rutina desde hace siete años. Todos riojanos: algunos de Famatina, otros de Chilecito. No están armados.
Lucía Ávila tiene 40 años y vive en la capital. Es delegada de la Asamblea Ciudadana que al grito de “No a la megaminería y sí al agua, a la tierra, al trabajo y a la justicia”, se organizan desde 2007.
“Nuestro trabajo se focaliza en la difusión de la información, a través de asambleas, en colegios y por los medios de comunicación. Les mostramos fotos y videos. Son campañas informativas porque queremos que los habitantes de La Rioja conozcan cuál es el real problema de la situación”.
El clima en Famatina es un poco menos árido que todos los climas secos. Acá, se ve el color verde de los nogales, olivos y aceitunas. Sin duda, la agricultura es la actividad esencial de los pueblerinos. Frente a la plaza principal se ve un mural, grande, pintado de colores. Que llama la atención de todos los turistas: “El Fama no se toca”.
“El lugar donde se quiere instalar la mina es el extremo de la yunga donde están las cuencas de agua que tomamos nosotros”, dice la delegada riojana.
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La minería a cielo abierto es como un gran anfiteatro con gradas de veinte metros, según el tipo de yacimiento. Tiene dos kilómetros por uno de diámetro. El material se extrae en la superficie del terreno y se carga en grandes camiones, para trasladarlo a una planta de tratamiento.
Es una actividad productiva para obtener sustancias minerales o rocosas. Una mina tiene una vida media de 30 años. Los proyectos de yacimientos metalíferos son proyectos muy grandes y a mucho riesgo, y no hay capitales argentinos que inviertan.
Desde la última reforma de la Constitución Nacional, los recursos naturales pertenecen a las provincias. Y son las provincias las que lo conceden.
En el año 2002 se sancionó, la Ley General del Ambiente (25.675) con los presupuestos mínimos de protección Ambiental. Y las provincias dictaron leyes con normas complementarias de esos requerimientos mínimos.
Famatina tiene minerales de interés económico, fundamentalmente de oro y cobre. La ley argentina exige el estudio del impacto ambiental en cada una de las etapas de explotación. “A los riojanos nos preocupa el agua que vamos a consumir, el uso de cianuros, y fundamentalmente, qué queda para el país una vez que empiecen con la explotación. La responsabilidad de control es del Estado”, reflexiona Lucía.
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Marcha a “cielo abierto”
Lucía se muestra como una mujer fuerte, inspiradora, y clara en su posición. No tiene miedo y su resistencia es pacífica. Como la de todo el pueblo. Aquél que se transformó en un emblema nacional.
Mientras camina, un poco apunada, recuerda con tristeza el día que marcó a los habitantes de Famatina. El once de mayo, cerca del mediodía. Cuando un grupo de vecinos se movilizó a la plaza principal. “Fuimos a reclamarle al gobernador para que no instale el modelo minero nacional”.
Pero no fue una manifestación como todas las manifestaciones. Ese día el centro del pueblo se inundó con una gran humareda. Y se enfrentaron. Hubo violencia y represión. “Empezaron a tirarnos piedras y después balas de goma. Fue el momento más difícil que viví en estos siete años. Sentí la bala encima mío. Fue muy triste ver a los compañeros maltratados y lastimados”.
En todos estos años, los asambleístas riojanos lograron retroceder a tres multinacionales y frenar un negocio de más de veinticinco mil millones de dólares. Sus pancartas, banderas y carteles escriben: “Nuestras aguas y ríos nacen en las montañas del Famatina”, “Si falta agua pura es porque sobra minería contaminante”, “Somos agua, somos vida”, “La codicia del oro nos dejará sin agua”.
La oposición de la ciudad de Famatina a la minería a cielo abierto, iniciada por los pobladores del lugar, es considerada una lucha popular de relevancia en la Argentina. “Todos los poderes estuvieron de nuestro lado y nos apoyaron. Hemos pedido dignidad por sobre todas las cosas”.
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Ya empieza a bajar el sol en Famatina. La ciudad, de a poco, prende las luces. A lo lejos se ve un parapente que vuela más alto que un pájaro, detrás del cerro. A pesar del frío, los turistas se asoman y comienzan a recorrer las calles, ferias y locales comerciales.
Lucía, en cambio, se vuelve a descansar. Mientras, recuerda una anécdota que, según ella, nunca olvidará: “No soy creyente pero me llamó la atención cómo una señora de setenta años ponía, todos los días, la imagen de la virgen mirando a la montaña. Decía que Cristo iba a iluminar a la empresa multinacional y le iba a abrir el corazón. Si la gente cree eso, ya estamos... me entendés?”.
De qué hablamos, cuando hablamos de megaminería
La minería a cielo abierto es toda operación minera no subterránea. El ciclo minero comienza con la prospección que dura entre 2 y 3 años, luego la exploración , entre 8 a 10 años y si es factible, tanto desde el punto de vista económico, ambiental y social, comienza la construcción de la mina.
En todas las etapas se deben presentar informes de impacto ambiental y, desde el comienzo, el plan de cierre de mina. Esto va acompañado en muchos casos por audiencias públicas. Uno de cada 100 proyectos se transforman en yacimientos.
“La forma condiciona el diseño de explotación. Hoy el 90% de los yacimientos en el mundo se explotan a cielo abierto; además el tipo de yacimiento que se podría extraer en forma subterránea está en su mayoría agotado”, explica la Dra. Liliana Castro, geóloga y profesora de la Facultad de Agronomía de la UBA.
Famatina se explotó a principios del siglo XX por los ingleses. Un cable carril funcionó entre 1904 y 1929, uniendo la mina "La Mejicana" con la fundición de Santa Florentina y Chilecito, ascendía a 4400 m sobre el nivel del mar. El mineral se transportaba en 450 vagonetas. Hoy aún se ven las instalaciones de aquella producción.
La Ley Nº 24.585 modificó en 1995 el art. 282 del Código de Minería de la Nación adaptándolo al nuevo texto de la Constitución Nacional, especialmente a su art. 41, e incorporó al Código de Fondo el Título Complementario "De la Protección Ambiental para la Actividad Minera”.
“En otras partes del mundo como Chile, Australia, Canadá y Estados Unidos, la minería convive con otras actividades como la agricultura por ejemplo. Como en cualquier industria, todo depende de los controles. Se debe trabajar con responsabilidad y demostrar credibilidad desde el comienzo”, asegura Liliana Castro.
Y concluye: “Las leyes existen, sólo hay que cumplirlas si se acuerda emprender una actividad”.