El reencuentro de los graduados
Los egresados de las promociones 1963 y 1988 disfrutaron de una noche única en la tradicional cena de graduados de la FAUBA.
Hace más de diez años que la Facultad de Agronomía reúne a todos los egresados que cumplen 25 y 50 años de su graduación. El 6 de diciembre fue una noche especial para “los del 63” y “los del 88” porque, además de ser homenajeados con medallas y diplomas, se reencontraron, compartieron anécdotas, recorrieron la facultad y brindaron junto a las autoridades de la FAUBA.
Para abrir el evento, el decano de Agronomía Rodolfo Golluscio, expresó: “Somos graduados toda la vida y la facultad siempre estará abierta para recibirlos. Sus generaciones fueron artífices de muchos cambios importantísimos que tuvieron los sistemas de producción agropecuarios de nuestro país. Y nosotros tenemos la responsabilidad de seguir manteniendo a la facultad en el lugar que la Argentina necesita que esté”.
Más de 60 graduados compartieron la cena preparada en el rosedal de la FAUBA. “Un espacio que año a año nos vuelve a juntar y creemos que nos sirve como excusa para que ustedes se vinculen más con la facultad. Parte de nuestros objetivos es que esta relación que tienen con los compañeros se traslade a la institución. Vengan más frecuentemente a la facultad, relaciónense con todas las actividades, expongan sus saberes, sus experiencias, y que ese ida y vuelta nos permita crecer a todos”, dijo el secretario de Relaciones Institucionales de la facultad, Gustavo Schrauf.
Y, para cerrar la inauguración, el decano habló sobre la nueva declaración aprobada en Consejo Directivo: “Nuestro trabajo es esencial para el país y no puede ser que estemos puestos en el candelero como criminales ambientales. Tenemos mucha información valiosa que es necesario que la sociedad conozca, y desde la facultad enseñamos cómo manejar los cultivos minimizando el uso de “agroquímicos” y malezas. Estamos defendiendo lo que ustedes hicieron en estos 50 años de profesión y tratando de que cada vez se haga mejor. Sin duda la agronomía es una pasión”.
Además, el presidente de la Fundación Facultad de Agronomía, Jorge Cazenave, agradeció las desinteresadas colaboraciones de instituciones y empresas, e invitó a los presentes que se acerquen a la fundación para generar actividades de beneficios mutuos.
Después de recibir el diploma por los 25 años de su graduación, Ernesto Giardina reconoció que el encuentro con sus compañeros y docentes fue una buena oportunidad para conmemorar los momentos vividos en la FAUBA, el clima de amistad y de estudio. Y contó: “Hoy, que ya soy docente, me doy cuenta que la facultad cambió respecto a la relación profesor/alumno: actualmente el docente tiene mucho más acercamiento al estudiante. Se genera un lazo en favor del alumno y en pro de este proceso de enseñanza-aprendizaje”.
50 años no son nada
Ellos cursaron la carrera juntos, se recibieron, pero cada uno tomó un rumbo distinto. Llegaron a la FAUBA desde Neuquén, Puerto Madryn y Entre Ríos, y se reencontraron después de medio siglo. Julio Armando Fernández Duque, Juan Emilio Ortega y Carlos Alberto Abadie recordaron con nostalgia la “vieja facultad”; un viaje que hicieron a Europa; la formación de Lorenzo Parodi y Alberto Soriano; las clases de climatología de Antonio Pascale y la pasión de Jorge molina por los estudios de los suelos.
“El que jugó un papel fundamental en nuestro encausamiento, aparte del profesor Parodi, fue Alberto Soriano. Ellos me incentivaron para que desarrolle mi profesión en la Patagonia y estoy sumamente agradecido”, contó Juan Emilio.
“Antes la facultad era más chiquita, no de tamaño sino por la cantidad de alumnos, eran cerca de 20 estudiantes por materia” dijo Carlos y recordó riéndose: “Como no había tv en aquellos años, a julio que le había tocado por destino la estación experimental de Gobernador Gregores, tuvo 13 hijos”.
“La lejanía a la facultad y los costos de viajar generaron una especie de desvinculación, pero la FAUBA es un recuerdo imborrable, muy difícil de explicar. Y es tan grande el progreso científico y tecnológico que siempre hay que volver a estudiar agronomía”, aseguró Julio.
Graciela Angélica Galán fue la única mujer que recibió su diploma en la cena de graduados. Hace 50 años empezó a recorrer el camino de la profesión con orgullo y felicidad. “Siempre me sentí muy orgullosa de ser ingeniera agrónoma, me adorné con ese título porque amo mi carrera. Es increíble ver todo lo que se ha adelantado la agronomía”, comentó.
Y no se quiso ir sin dejarle un mensaje a los futuros egresados: “Están cursando una carrera muy noble y muy amplia. Cuando se reciban trabajen con mucha ética sobre todo en esta época de manipuleo genético, es fundamental no perderla”.
Eduardo Zeiger es graduado de Agronomía de la UBA y profesor Emérito de Fisiología Vegetal en la Universidad de California en Los Ángeles. Dijo presente en el evento expresando sus palabras a través de una carta leída por sus compañeros graduados en el 63.
“En mi segundo año de estudios en la facultad tomé el curso de fisiología vegetal con el ingeniero Alberto Soriano. Es casi imposible describir el impacto que tuvo sobre todos nosotros, conocí a muchos profesores que hacían preguntas, pero las del ingeniero cultivaban un modo de pensar que abrían la puerta a la sabiduría”. Años después me di cuenta que en esas clases afianzadas más tarde por el aprendizaje que emergió de mi trabajo como su ayudante de investigación, el ingeniero Soriano plantó las semillas de mi pasión por la ciencia, cristalizada en una sed insaciable por el conocimiento y una carrera universitaria que me llevó a un doctorado en un centro de estudios avanzados”.