El altillo, un espacio de la memoria
En la FAUBA se inauguró un lugar que, a través de grafitis, pintadas y sobrepintadas en paredes y vidrios, recuerda el escenario turbulento que se vivió en nuestra Facultad durante la última dictadura militar argentina.
El 23 de marzo se inauguró en el Salón de Actos de la Facultad de Agronomía de la UBA “El Altillo”, un espacio restaurado por trabajadores de la FAUBA que contiene antiguos grafitis, pintadas y sobrepintadas en paredes y vidrios realizados en tiempos previos a la última dictadura militar. Un lugar para preservar la memoria del terrorismo de estado, sus antecedentes y consecuencias; una nueva motivación para la defensa de la democracia y el respeto a la diversidad.
“Inaugurar hoy el Altillo le da un sentido pedagógico no sólo para los estudiantes sino también para los docentes: es conocer cómo se veía la política en aquellos años. El Altillo es un lugar donde se reunían los estudiantes y eso es parte de la historia. Hay pintadas de aquella época y pintadas posteriores hechas por la Triple A. Como decano me enorgullece el haber podido dar lugar a esta iniciativa. Tanto el Bosque de la Memoria como la inauguración del Altillo han sido resoluciones aprobadas por unanimidad en el Consejo Directivo”, expresó el decano de FAUBA Rodolfo Golluscio.
Los años 70 en la FAUBA forman parte del patrimonio documental de la historia de nuestra Facultad y constituyen un valioso recurso para promover la reflexión de la comunidad. En este sentido, además de visualizar grafitis y pintadas, se colocaron vitrinas con una línea histórica que muestra los principales acontecimientos y marcas particulares que pasaron en la FAUBA, en el país y en el mundo.
La restauración del espacio para la memoria fue una iniciativa de la Comisión de Derechos Humanos de la Facultad. “El grupo estuvo y está fielmente comprometido y eso nos asegura una garantía de sustentabilidad democrática de la institución”, dijo Golluscio. Por su parte Susana Perelman, Coordinadora de la Comisión de Derechos Humanos aseveró: “Nosotros queríamos que esa historia sobreviva, que los estudiantes conozcan el contexto anterior al terrorismo de estado y sus terribles consecuencias”.
El estudiante Steven Ernesto Rall, representante de la Comisión, explicó detalladamente el proceso por el que atravesaron para lograr la restauración del Altillo. “Se logró el trabajo porque están las condiciones y hay voluntad política. La propuesta es que sea un espacio de encuentro, un puente con la historia de la Facultad. Y el otro propósito de este espacio es visibilizarlo, que las pintadas y tapadas no queden sin debatir, sin charlar, sin hacer memoria de nuestra historia. Romper el silencio, memoria, verdad y justicia más allá de los partidos políticos”.
Para cerrar el acto de inauguración del Altillo para la Memoria, se proyectó la película M del director Nicolás Prividera, donde narra su empecinada búsqueda para reconstruir la historia de su madre, Marta Sierra, una investigadora del INTA de Castelar y militante de la periferia montonera, desaparecida pocos días después del golpe militar de 1976.