La FAUBA acerca la jardinería a las cárceles
La cátedra de Jardinería lleva adelante un proyecto de voluntariado universitario que incluye prácticas en penales, con el objetivo de favorecer la reinserción social y laboral.
La cátedra de Jardinería de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) desarrolla un programa de extensión universitaria en la Unidad Penitenciaria N° 47 de San Martín, ubicada en José León Suárez, provincia de Buenos Aires, que también cuenta con la colaboración del programa Prohuerta del INTA y la Fundación Nuevo Concepto Penal.
La iniciativa, que comenzó a desarrollarse hace seis meses, reúne a un grupo de 10 docentes y estudiantes de Jardinería y de otras carreras de la FAUBA, como Agronomía y Producción Vegetal Orgánica, que visita la cárcel cada 15 días y realiza actividades de capacitación con presos varones, de entre 18 y 28 años.
“Trabajamos en un sector de talleres al que acceden sólo presos con antecedentes de buena conducta. Con ellos cultivamos plantas ornamentales, donadas por el Vivero la Facultad, y hacemos capacitaciones en tareas de jardinería como plantación, trasplantes, podas, propagación, y construcción y mantenimiento de espacios verdes”, explicó María Marta Bunge, responsable del proyecto y docente de la cátedra de Jardinería.
Bunge señaló que si bien cuando los voluntarios ingresan a la cárcel, “el impacto del paredón es muy fuerte, afortunadamente no faltan espacios para desarrollar las actividades. En el sector donde trabajamos hay una granja donde se crían pollos, huertas e invernáculos de la Fundación y del INTA”.
Según la docente, además de favorecer la reinserción social y laboral de las personas que hoy están privadas de su libertad, uno de los pilares del proyecto se centra en la posibilidad de ejercer el derecho a la educación. Por esa razón, para participar de las actividades de extensión universitaria, los internos no tienen requisitos de educación previa. “La idea es que se incorporen a algún trayecto educativo, chicos que en muchos casos no terminaron la escuela primaria”, explicó.
El otro pilar del proyecto se vincula con el aprendizaje del trabajo social por parte de los estudiantes universitarios. Al respecto, afirmó: “Cada vez que vamos al penal, un estudiante tiene que preparar una clase teórica y adaptarla para que sea comprensible por los internos, que desde hace tiempo están lejos de la educación formal”.
Soledad Mesia es alumna de la tecnicatura en Jardinería de la FAUBA y voluntaria del proyecto de extensión: “Comencé a mitad de este año, apenas recibí la convocatoria. El primer día fue raro entrar al pabellón e ir pasando todas las barreras de seguridad. Conocimos a los internos, el invernadero y la huerta, y el vínculo fue creciendo. Ahora, cuando llegamos nos están esperando con ganas de aprender. Incluso nos han recibido con una torta como agradecimiento, que fue una sorpresa emocionante”.
“Estoy súper agradecida de participar, porque aprendemos un montón, como personas y estudiantes, a dar clases y trasmitir conocimientos. Es muy gratificante”, aseguró.
Bunge comentó: “En el penal, no olvidamos por qué los chicos están adentro. Pero a lo mejor, tener las cosas claras nos permite a docentes, alumnos, libres y presos, trabajar de manera horizontal, haciendo las cosas en conjunto”.
“La comprensión de la jardinería tiene que ver no sólo con el diseño de un espacio verde, sino también con la posibilidad de generar bienestar, que hace a la dignidad y a la ética en la forma de vivir”, consideró.
El proyecto de voluntariado de Jardinería de la FAUBA también se está desarrollando en conjunto con el Programa UBA XXII, de educación en cárceles, en la unidad federal Nº 19, de Ezeiza, donde se dicta el Ciclo Básico Común. En el futuro, sus responsables prevén la posibilidad de incorporar la carrera de Jardinería como salida laboral, en el marco de este programa de la Universidad de Buenos Aires.