Instan a mejorar la seguridad de los trabajadores rurales
La agricultura ocupa el segundo puesto en el índice de accidentes laborales en la Argentina. En la FAUBA, se advirtió sobre la necesidad de implementar protocolos de buenas prácticas en las empresas para revertir la situación.
Durante un seminario realizado en la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), docentes de la institución y trabajadores rurales advirtieron sobre la necesidad de establecer buenas prácticas en los establecimientos agrícolas y mejorar la seguridad laboral de los hombres que acompañan los procesos productivos.
“La agricultura viene alternando con la construcción el primer lugar en el índice de siniestralidad desde la puesta en vigencia de la Ley de riesgos de trabajo, en 1996”, alertó Ana Amador, coordinadora de la especialidad en Higiene y Seguridad del Trabajo Agrario de la FAUBA. No obstante, las estadísticas sólo tienen en cuenta una parte de los accidentes que se registran en el país, por el alto índice de trabajo en negro. “Estamos viendo sólo la punta de un iceberg”, lamentó.
El seminario, realizado en el marco de los cursos sobre Derechos Humanos que se dictan en la facultad desde 2009, también contó con las disertaciones de Verónica Logegaray, docente de la cátedra de Horticultura de la FAUBA, y Walter Quiroga, de la cooperativa UST de Mendoza. Fue moderado por Lautaro Pedot, estudiante de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, y contó con la coordinación de Patricia Durand, subsecretaria de Extensión de la FAUBA.
“Estos cursos sobre derechos humanos se vinculan con las incumbencias profesionales de los alumnos de la FAUBA, relacionados con el derecho a la alimentación, que hoy se discute en la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria, y en este caso con las condiciones laborales de los trabajadores rurales”, explicó Durand, e informó que ya se formó un grupo de estudio sobre la temática, en el que participan docentes y no docentes.
Amador destacó que 2011 es el Año Internacional de la Salud y las Condiciones de los Trabajadores, impulsado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Según la docente, se apunta a lograr que los trabajadores alcancen un completo bienestar psicofísico y social, ante los diversos factores de riesgo que se conjugan en el sector agrario.
Hipoacusia, problemas de columna, de riñones o estómago son algunas de las principales patologías laborales relacionadas con el campo, vinculadas con el uso de tractores y agroquímicos, fundamentalmente, así como con el manejo de la electricidad, por malas posturas y esfuerzos realizados en largas horas de trabajo, entre otros factores.
En este contexto, surgen los protocolos de buenas prácticas agrícolas. “La tendencia es que el ambiente y la calidad, así como la salud y la seguridad de las personas, estén integrados en un sistema de gestión”, aseguró Logegaray, y apuntó que así se busca prevenir riesgos físicos, químicos y biológicos en toda la producción de alimentos.
Uno de los protocolos más difundido en el mundo se denomina Globalgap. Allí se expone un conjunto de normas voluntarias, que a la vez funcionan como requisitos de calidad para acceder a ciertos mercados internacionales. En la Argentina, existen protocolos de buenas prácticas agrícolas obligatorios, dispuestos por la Comisión Nacional de Alimentos, para las producciones de frutas, hortalizas y aromáticas, detalló Logegaray.
Quiroga advirtió que, más allá de las normativas vigentes, gran parte de los derechos de los trabajadores rurales no se tiene en cuenta por el altísimo porcentaje de empleo informal que existe en el campo, en particular en la provincia de Mendoza, donde surgió la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra (UST) que representa, conformada por 500 familias de trabajadores y productores rurales.
“La cooperativa surgió como una alternativa al trabajo en negro. Permitió que las familias puedan auto sustentarse, no ser explotadas y acceder a un trabajo digno”, dijo Quiroga. La UST se concentra en la elaboración de salsa de tomate, con presencia en toda la cadena de valor: la producción en las chacras, la elaboración del producto en la fábrica y su distribución en una red de comercio justo.