Reflexiones sobre la presencia de la Roya de la soja en el país

Lun, 10/05/2004 - 11:07
Por FAUBA

Ante a la aparición de la roya asiática de la soja en el norte argentino, el Ing. Agr., M Sc Marcelo Carmona, Profesor Adjunto de la cátedra de Fitopatología de la Facultad de Agronomía de la UBA analiza estrategias de acción para un manejo integrado de la enfermedad y asegura: “el conocimiento, la experiencia y certidumbre siempre fortalecen”.

Frente a la reciente aparición y crecimiento de la roya asiática de la soja (Phakopsora pachyrhizi) en provincias del noreste y noroeste de nuestro país, resulta muy interesante analizar algunas consideraciones al respecto.

Esta enfermedad seguramente se desató en intensidad sobre cultivos de soja (la mayoría en estados avanzados de crecimiento, fin de R5, R6) porque el triángulo de la enfermedad cerró sus tres vértices imprescindibles en el tiempo y en el espacio. Esto quiere decir que la presencia de al menos un hospedante susceptible, (es decir el propio cultivo ya que la resistencia no fue una meta prioritaria porque esta enfermedad no estaba en el país y tampoco se cuenta mundialmente con resistencia genética exitosa, segura y durable), la presencia del patógeno (estamos cercados por inóculo proveniente de Brasil, Paraguay y Bolivia y con focos nacionales previamente declarados de este patógeno que se disemina muy fácilmente por el viento) y finalmente las condiciones ambientales (la duración del mojado de las hojas y la temperatura son definitorias para la infección: 15 a 29 Cº y con 10 o más horas mojado de las hojas se favorecen las epidemias), han interactuado para generar este fenómeno.

Ciertamente de los tres vértices, el ambiente ha contribuido significativamente para que este famoso triángulo de la enfermedad se proyectara sobre la región norte del país, ya que durante los días precedentes a la observación de las epidemias, habían ocurrido lluvias continuas y alta humedad relativa que aseguraron el mojado foliar en combinación con temperaturas predisponentes.

Los síntomas de la roya aparecieron mezclados con los de bacteriosis (Pseudomonas y Xanthomonas), tizón por Cercospora kikuchii, mildew (Peronospora manshurica), mancha marrón (Septoria glycines), además de la lógica clorosis y senescencia natural normal para el momento fenológico en que se encontraban los cultivos.

Afortunadamente, tal como fue mencionado, la mayoría de los cultivos ya habían completado la generación de los componentes de rendimiento, es decir habían pasado su período crítico (incluso bajo stress hídrico que generó graves daños) y por lo tanto los efectos por roya no serán importantes al compararlos con lo que pudo haber ocurrido si las epidemias se instalaban a partir de floración en adelante (R1, R2, R3...).

Sin embargo, es necesario tomar conciencia y acción sobre la gran cantidad de productores, técnicos y asesores que han manifestado su preocupación, incertidumbre y fundamentalmente su necesidad de capacitación. Durante recorridas que he realizado por las localidades de Gancedo, Charata, Pinedo, La Paloma, Quimili, Las lajitas y otras, pude comprobar personalmente, la inmensa necesidad de aprender y capacitarse que mostraron más de 200 asesores y productores involucrados en el cultivo (los mismos representaban miles de ha.).

Nunca he visto en acción y a campo tanta avidez y reclamo por conocer una de las más peligrosas enfermedades. La velocidad con que se prestaban las lupas, la ansiedad y contagio preocupante y la discusión sobre como reconocerla en los campos donde encontrábamos a la roya, remarcaban un escenario inédito para el país.

Durante estas reuniones es donde pensé internamente, que este es el mejor momento de pisar el campo de batalla para conocer a un enemigo que, aunque tarde, ya presentó armas y nos retó a duelo. Esta claro que no hay porque expandir pánico ni miedo. No hay motivos para ello. En verdad, en nuestro país la falta y retraso de la información y capacitación fueron casi siempre las generadoras del temor y la parálisis con sus conocidas consecuencias en el sector agropecuario.

Por el contrario, es necesario entender que el conocimiento, la experiencia, y la certidumbre siempre fortalecen. Es necesario desde la prudencia “formar” y “capacitar” aprovechar la tardía llegada de nuestro problema para estar preparados. Tratándose de una nueva enfermedad de difícil diagnóstico, fácilmente confundible con otras frecuentes en el cultivo (ej. bacteriosis, mancha marrón), oculta entre hojas inferiores y distintiva con lupas de 15-20 aumentos en el envés de las mismas, nos obliga a cambiar la percepción, metodología de muestreo y de observación de enfermedades.
 

Fuimos y somos “afortunados” en recaudar anticipadamente información y experiencia de las epidemias sufridas en Brasil, Paraguay y Bolivia. También lo somos por su aparición retrasada sobre los cultivos. Por eso estoy convencido de que la capacitación e intercambio técnico “in situ” constituyen herramientas imprescindibles para poder en un futuro cercano, sentirse más fuertes y seguros para la acción. No desaprovechemos el momento. Investiguemos y hagamos transferencia. De esta manera los protagonistas del cultivo no aplicarán fungicidas innecesariamente o en momentos inoportunos, se podrán frenar daños y pérdidas para el país y fundamentalmente estaremos avanzando hacia la agricultura de precisión basada en un monitoreo y diagnóstico correcto como piedra fundamental del Manejo Integrado, que es la clave para la sustentabilidad de este cultivo.

Ing. Agr., M Sc Marcelo Carmona, Profesor Adjunto de la cátedra de Fitopatología, de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.

Sobre el autor

Facultad de Agronomía - Universidad de Buenos Aires