Con luz propia
Jorge Casal, docente de Fisiología Vegetal, fue distinguido con el Diploma al Mérito que le otorgó la Fundación Konex.
Jorge Casal es ingeniero agrónomo (UBA), Magister Scientiae (UBA) y Ph. D. (Universidad de Leicester, Inglaterra). Entre 1993 y 2002 publicó más de 50 trabajos en revistas de alto impacto internacional como Plant Cell, Development, Current Biology, Plant Journal, Plant Physiology y Plant Molecular Biology, de la cual es editor asociado. Estos estudios, que recientemente le valieron el premio Konex, describen aspectos novedosos de los circuitos de señales que vinculan el crecimiento y desarrollo de las plantas al ambiente luminoso de los cultivos. Ha formado discípulos que actualmente son muy destacados. Ha sido Miembro de los Cuerpos Consultivos ad-hoc del CONICET en el Área de Ciencias Biológicas y de la Salud, disciplina Biología, 1998; Miembro de la Comisión Curricular de la Facultad de Agronomía, UBA (1996 - 1997); Miembro de comisiones de categorización o evaluación para el Plan de Incentivos Docentes, desde 1999. Miembro de la Junta departamental de Biología aplicada y Alimentos, (1999 - 2001). Miembro de la Comisión ad-hoc del CONICET en el Área de Ciencias Agrarias, de la Ingeniería y Materiales, (2000 - 2002) y es actualmente Miembro del Consejo directivo de la Facultad de Agronomía. También obtuvo la beca Guggenheim Fellow en 2002.
Que en la carrera de este docente e investigador hay mucha luz, nadie lo puede negar. Tanto en su currículum y en sus temas de interés como en sus ojos, que al hablar de ciencia brillan como emulando a los fotoreceptores y sistemas lumínicos que tanto le apasiona estudiar.
Su curiosidad y fascinación por descubrir secretos que guarda el reino vegetal, su inquietud por estimular a otros a sumergirse en la aventura del conocimiento y el permitirse el desafío de pensar y plantear grandes interrogantes son algunas de sus cualidades que permiten entender los destellos de su trayectoria. Pero hay muchas más, y será tarea del lector encontrarlas en las palabras de este científico que tiene mucho para decir.
¿Qué significa el premio Konex para Ud.?
En realidad uno no trabaja para los premios, obviamente, por lo menos no debiera hacerlo, pero este premio me ayuda a bajar un poco a tierra y darme cuenta que hay personas alrededor que reconocen el trabajo y el sacrificio que uno hace. Uno con la profesión gana mucho pero también sacrifica, y el saber que eso está bien visto por los que uno tiene alrededor es reconfortante y ayuda a seguir adelante.
Todo trabajo por más lindo que sea tiene sus complicaciones, ahora uno hace más trabajo de computadora y de oficina, de pensar y de leer. Pero también he tenido muchos momentos en los que empezaba a las 8 de la mañana y terminaba a las 9 de la noche, pasaba todo el día midiendo y terminaba agotado. Si bien en ese momento uno no lo piensa demasiado, porque sabe que es la única manera de llegar a lo que quiere, le interesa cómo están funcionando las plantas, llega el momento en que uno terminó su jornada y piensa ¿soy un loco que anda suelto por el mundo haciendo algo raro, que me parece importante a mí nada más, o hay alguien que alrededor piensa parecido a lo que yo puedo pensar? (se interrogó entre risas) En ese sentido es que el premio, te dice que sí, que es importante para otros también.
La trayectoria del doctor Casal, que ahora suma un nuevo premio, tuvo un comienzo: fue el día que eligió como profesión una carrera académica. De aquella decisión, que en sus momentos le suscitó algunas dudas, ha pasado mucho tiempo y hoy la recuerda de esta manera. "Algunas personas que uno encuentra piensan que elegí este camino porque no tenía otra opción, y la verdad es que si yo tuviera que volver a elegir elegiría lo mismo, tal vez ahora mirándolo con más convicción que en ese momento. Incluso me sentía medio culpable de estar metiéndome en algo que, en realidad, socialmente no es del todo bien visto. Yo creo que a veces lo que hacen los gobernantes refleja que la sociedad todavía no valora del todo lo que es el trabajo académico y la investigación.
¿Qué gratificaciones le ha dado su carrera?
Mirando para atrás, veo que mi carrera me ha permitido satisfacer un montón de cuestiones personales: poder ayudar a otros a crecer, yo creo que pondría eso dentro de las cuestiones que más me satisfacen, ver que a otros les puede ir bien, y ver que, después del mérito de cada uno de ellos, obviamente, uno tiene algo que ver. Uno forma parte de un sistema, no está solo, y el efecto de esta labor conjunta en la sociedad, desde aquellos que nos rodean hasta no se dónde, es notable.
También, sin duda, lo que es específicamente relacionado con lo que uno investiga. El poder descubrir secretos que uno no se imagina y otros que sí se imagina pero no se atreve a anticiparlos hasta que luego comprueba que es así!. Ese tipo de cuestiones son casi como secretos de la propia conciencia, uno va pensando cómo puede ser y cómo puede no ser, dialogando con los datos que las plantas te muestran y descubriendo cómo es el mundo.
Después podría mencionar otras cosas más mundanas, como el haber conocido distintos países.
Su campo de estudio
Desde que empecé el tema tiene que ver con el control del crecimiento y desarrollo de las plantas por el ambiente luminoso, que es un tema de importancia agronómica porque en condiciones de cultivo, sobre todo en cultivos extensivos es prácticamente impensable modificar el ambiente luminoso. La planta se encuentra con un ambiente al cual responde, y lo que se puede lograr es modificar la manera en que la planta responde a ese ambiente y tratar de que esa respuesta redunde en una producción mejor desde los puntos de vista cualitativo y cuantitativo.
Desde el principio los experimentos tuvieron un rango más o menos amplio de escala, desde las cuestiones que van más a los mecanismos a las consecuencias de algunos de esos mecanismos que uno puede explorar a nivel de cultivos. Yo creo que en ese sentido hay una unidad y continuidad en lo que vine haciendo, lo que cambié mucho fueron las aproximaciones, sobre todo en los últimos años. Cuando yo empecé, básicamente existía la posibilidad de modificar experimentalmente el ambiente luminoso y comparar el comportamiento de las plantas. A partir de la década pasada la genética y la biología molecular juntas revolucionaron todo, y hoy los saltos de escalas son bastante más sencillos. Las primeras veces que yo iba a un simposio que tenía que ver con el tema y escuchaba a las personas que describían la molécula de un receptor, los escuchaba como una curiosidad porque pensaba que eso no cambiaba lo que uno hacía todos los días.
Hoy en día las cosas son diferentes. Las herramientas te permiten ver, por ejemplo, cómo una parte ínfima de esa molécula tiene que ver con la capacidad de la planta de percibir un estímulo particular. Ese fotoreceptor está codificado en genes y entonces se pueden modificar esos genes, y ver qué ocurre en la planta. No se trata simplemente de ver que pasa con la molécula en el tubo de ensayo, sino que se puede analizar cómo esa molécula permite que la planta se relacione con las señales que le brinda la duración del día (que está vinculada con las estaciones) o la composición espetral de la luz (que depende de la presencia de plantas vecinas en el cultivo)
Entonces, ha cambiado totalmente el panorama
Cambió muchísimo la capacidad de analizar las cosas. Antes uno se encontraba con una plantita, le cambiaba el ambiente, le medía si había ramificado más o menos, si producía más o menos macollos, si era más alta o más petiza, lo relacionaba con las señales que las plantas tenía en su ambiente, con el fotoperíodo, etc., pero la cosa terminaba un poco allí. Hoy, uno puede explorar muchísimo más acerca de cuáles son los mecanismos que producen estos comportamientos, y en la medida en que se profundiza en los mecanismos, se va viendo cuáles son las piezas de la maquinaria de respuesta y se empieza a entender mucho mejor para qué están y cuál es el sentido de su complejidad. Modificar estas piezas puede provocar un comportamiento distinto en las plantas más útil desde el punto de vista productivo.
¿De qué manera estos cambios han influido en su manera de aproximar los temas?
Estos cambios requieren algunas modificaciones en la forma en que uno hace los experimentos, desde las especies que uno utiliza para el experimento hasta la manera de hacerlo. Entonces uno tiene que evaluar cuál es la mejor estrategia para averiguar algo que es importante para un cultivo: si lo mejor es ir directamente al cultivo y trabajar con esa especie, o tomar un camino que en los papeles puede ser más largo pero que, en realidad como es mucho más sencillo, puede ser más corto. Por ejemplo, ¿porqué no experimentar primero con una especie modelo donde haya mucha información y donde existan muchas herramientas, sobre todo desde el punto de vista genético?. Cuando se logra un panorama de lo ocurre en la especie modelo (después de todo es una planta y los procesos centrales van a estar allí también) es más fácil analizar lo específico para el cultivo que me interesa. Entonces, hemos insistido bastante tratando de entusiasmar a la gente con la idea de que los sistemas modelo son una herramienta que en la Argentina no podemos dejar pasar de largo.
Una de las estrategias que uno va a escuchar muchísimas veces entre los investigadores es la de comenzar con una pregunta o una especie, que por su naturaleza de interés local es improbable que alguna otra persona en el mundo esté trabajando con lo mismo con el objetivo de que cuando quiera publicar sus hallazgos no se encuentre con que alguien ya lo ha hecho. A mí me parece que esta estrategia tiene evidentemente cierta parte de ventaja, pero es una estrategia demasiado conservadora, uno con eso resigna impacto e interés de los resultados, salvo que sean preguntas que no puedan ser contestadas en otros sistemas. Las preguntas más generales conviene contestarlas en el campo más competitivo de las especies modelo, porque de esa manera uno tiene mayores herramientas para responder mejor a la pregunta y llega a tener impacto en una mayor cantidad de público dentro del ambiente, y esto es importante porque se contagia el entusiasmo. Hemos tenido muchísimas discusiones acerca de cuáles son las técnicas más adecuadas en los últimos años y creo que nuestro grupo ha contribuido, no sólo en cuanto los temas específicos, sino también en la manera de aproximar los trabajos de investigación en lo que es Biología de Plantas.
Hay que animarse a arriesgar un poco más
Yo creo que sí, hay que tenerse confianza y arriesgar más. Nosotros hemos tenido la suerte y la ventaja de tener una muy buena formación en la Fisiología tradicional, desde mis profesores como Rodolfo Sánchez, con quien cursé la materia, y todo el grupo de acá, nos formaron muy bien en este campo tradicional. Entonces la estrategia mía para avanzar fue tomar estos conocimientos como base y tratar de aplicarlos a los sistemas modelo. Hoy en día hay muchas personas que, dado que el trabajo de investigación exige muchísimo y exige también en tiempo, leen relativamente poco y entonces hay muchas cuestiones de las tradicionales, que a pesar de estar en el tema, no las manejan demasiado. Eso nos dio la ventaja de ver determinadas cosas que otros no. Por eso, yo estoy contento de haber elegido un sistema competitivo y de apoyarme en la ventaja relativa que uno pueda tener. Lo que no me parece bueno es decir "yo me quedo a jugar en segunda división". Considero que es importante para el sistema científico argentino y para la Facultad aceptar los desafíos. A nivel de la Facultad se nota que la gente, a medida que va pasando el tiempo, se va sacando los miedos. Si uno mira hacia atrás, recuerda que había quienes podían discutir si había que investigar o hacer docencia, es como preguntarse si hay que respirar o hay que comer, uno para ser un buen docente universitario inevitablemente tiene que trabajar en el tema que tiene que contar, si no es un respetable profesor de secundaria. Creo que hoy la gente, cada uno dentro de sus posibilidades y de sus convicciones, se va moviendo hacia aceptar el desafío y en esto se nota muchísimo el crecimiento de la Facultad, y por suerte la expectativa me parece que va en aumento.
¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?
Hay varias etapas que me gustan y todas tienen su cuestión diferente. Una es cuando uno empieza a trabajar en una nueva pregunta. Es un desafío pensar experimentos nuevos o plantear hipótesis nuevas, y meterse en algún terreno que es un poco más inseguro dentro del tema. El darte la libertad de plantear hipótesis para después probar es una parte muy linda del proceso de trabajo.
Después están los experimentos, que hoy lo hacen los becarios, docentes que colaboran y la gente que trabaja conmigo. Allí hay toda una expectativa porque uno puede tener las ideas pero después quiere ver cómo se comportan las plantas. Si se comprueban las hipótesis o no. Por supuesto, a medida que va pasando el tiempo uno va planteando mejor las hipótesis porque conoce mejor el sistema y va teniendo ideas más cercanas a la realidad, pero la verdad es que en esa etapa hay mucho de lucha. Porque una cosa es pensar bien el experimento, hacerlo, pero después hay un montón de cuestiones que intervienen. Entonces ahí hay siempre una motivación que no te deja quedar dormido.
Finalmente, la otra parte que me gusta es cuando se puede decir "ahora tengo una idea acabada de lo que quería averiguar". Entonces llega el momento donde uno tiene que contárselo a los demás, allí uno se pone a pensar qué ideas quiere transmitir a partir de lo que hizo, cuál es la mejor manera de contarlo, se van eligiendo las figuras y su presentación. Esa parte también me gusta mucho porque me parece que termina transfiriendo lo que uno hizo a los demás, para que después lo puedan evaluar y, eventualmente, usar.
¿Es difícil hacer ciencia en la Argentina?
Hay que tener cuidado con pensar que las condiciones objetivas son un obstáculo para el desarrollo científico. Si bien las dificultades son innegables, yo creo que uno tiene que tener la precaución de estar seguro de que lo que le está limitando su trabajo de investigación en lo inmediato no sea la capacidad intelectual que tiene desarrollada, porque muchas veces no es cuestión solamente de comprarse los últimos equipos o reactivos, sino que hay que saber cómo usarlos. Creo que hay que ir adelante con lo que uno tiene y no usar las condiciones como excusa. Esto no quiere decir que me conforme con lo que hay, creo que las condiciones deberían estar mejor, pero con lo que tenemos se puede hacer mucho.