Cambio climático y cultivos de grano, ¿Cuál es el impacto y cómo podemos enfrentarlo?
Aprender a enfrentar la variabilidad actual nos permitirá desafiar mejor el cambio climático.
No hace falta ser científico, meteorólogo o climatólogo para darse cuenta que tuvimos invierno cálido, que durante todo el año hubo excesivas precipitaciones, y que estamos atravesando por una primavera anormalmente fría. Sin duda, vivimos el clima más atípico de los últimos tiempos que hasta el desierto de Atacama, el más árido del mundo, se llenó de flores de distintos colores. Así, este clima que cambia y amenaza con socavar la sostenibilidad social y ecológica, trae grandes desafíos a la producción.
En una charla con el Ingeniero Agrónomo e investigador de la cátedra de Cerealicultura de la Facultad de Agronomía de la UBA, Guillermo García, explica que ante la vulnerabilidad de la agricultura frente al cambio climático se debe percibir el cambio y discutir la batería de opciones disponibles para manejar los cultivos pensando en la variabilidad actual. Asegura que si bien no es fácil, debemos adaptarnos, tanto para minimizar los impactos negativos como para capturar sus beneficios.
*¿Cómo impacta el cambio climático en la producción de los cultivos de granos?
El cambio climático, que es una modificación en el estado del clima identificable en variaciones de la media y/o distribución de algún factor (temperatura, precipitación, etc.) en un período de tiempo suficientemente largo, tiene factores naturales y antrópicos. El factor antrópico es el más relevante, ligado a la emisión de gases de efecto invernadero por diferentes actividades socio-económicas. En este sentido, la agricultura juega un doble rol: debe adaptarse a la variabilidad climática para continuar produciendo alimentos, fibras e incluso biocombustibles en forma sustentable, pero también debe controlar sus emisiones.
El calentamiento global es el proceso relevante en el contexto de cambio climático, siendo la temperatura la variable más afectada y, en cierta forma, la más predecible. Este calentamiento afecta también la cantidad y distribución de precipitaciones, aunque el signo de cambio ha sido más variable y es, lógicamente, menos predecible. Podemos resumir los principales escenarios en mayores temperaturas medias, debido principalmente a mayores temperaturas nocturnas, y mayor frecuencia de eventos extremos como golpes de calor, precipitaciones intensas, períodos marcados de sequía, entre otros eventos que aumentan las posibilidades de que nuestros cultivos experimenten algún tipo de estrés abióticos fundamentalmente.
En líneas generales, a mayor temperatura, el ciclo de los cultivos se acorta, se capturan menos recursos (radiación, nutrientes, agua) y se deprime el rendimiento. La ocurrencia de un golpe de calor de varios días con temperaturas por encima de 30/35 grados o, por el contrario, una helada fuera de la época habitual, puede reducir marcadamente el rinde.
Abundantes precipitaciones aseguran un piso de rinde en sistemas de secano como el nuestro. Sin embargo, precipitaciones intensas pueden ocasionar, de acuerdo al tipo de suelo y la demanda atmosférica de la época, problemas de anegamiento, afectando desde el establecimiento del cultivo hasta la cosecha, pasando por los períodos críticos para la definición del rinde. Un cultivo anegado sufre una marcada pérdida de raíces debido a la anoxia generada. En cierta medida, el efecto es similar al de una sequía marcada.
Igualmente, es importante remarcar que no toda variación climática es negativa. Además del factor climático en cuestión, el resultado depende del ambiente y el manejo realizado. Por ejemplo, en el sur de la región Pampeana, mayores temperaturas medias incrementar el período apto para realizar un cultivo de segunda, mientras que mayores precipitaciones favorecen la producción de cultivos en secano en el oeste de la región.
*¿Y cuáles son los cultivos más afectados?
Depende del factor climático considerado. Por ejemplo, en la Región Pampeana, el rendimiento de cereales de invierno como trigo y cebada es perjudicado por mayores temperaturas nocturnas, al acortarse su ciclo y lograr un menor captura de recursos. Existen evidencias de impactos similares en Maíz, pero no en Soja. Este último cultivo, puede tener una mejor performance bajo noches más cálidas. Volviendo a los cereales de invierno, la primavera fresca que estamos atravesando favorece un mayor potencial de rinde para este año, siempre y cuando el nivel de radiación no se vea afectado por mayor nubosidad.
*Ante el doble rol que tienen los productores de seguir produciendo alimentos de forma sustentable frente a este clima que cambia, y además bajar la emisiones de gases de efecto invernadero capaces de aumentar el calentamiento global… ¿Cuáles son las posibles soluciones?
La reducción de emisiones de gases de efecto invernadero está relacionada con acciones y políticas de mitigación, una escala superior a la de lote o establecimiento. En lo que respecta a los cultivos puntualmente, aprender a lidiar con las variabilidades climáticas que se observan actualmente puede resultar de gran ayuda.
Existen diferentes escalas temporales de variabilidad climática, interanual, interdecadal y cambio climático, las cuales ocurren conjuntamente. La escala interanual es posiblemente la más importante para tomar decisiones de manejo de cultivos, y de hecho, productores y asesores están acostumbrados a lidiar con ella, año Niño o Niña es un claro ejemplo. Entonces, lo que nosotros siempre tratamos de dejar como mensaje principal es que si aprendemos a manejar la variabilidad interanual e interdecadal vamos a estar más preparados para adaptarnos al cambio climático. Podemos y debemos planificar campañas muy cálidas, muy húmedas, muy secas, etc. No debemos esperar hasta el 2050 para que nuestro cultivo sufra algún estrés abiótico, cada año lidiamos con algún que otro factor.
*¿Es decir que adaptarse y aprender a manejarlo puede reducir ese impacto?
Claro, lo más importante es la planificación. Porque el cambio es un cambio muy pequeño y no nos damos cuenta, nos vamos adaptando.
*Entonces lo más significativo es planificar para poder adecuarse a este nuevo escenario…
Hay herramientas, tenemos las herramientas y los productores y asesores tienen el conocimiento. Lo importante es darse cuenta que hay un cambio y adaptar las medidas de manejo. Es importante la palabra ADAPTARSE, porque adaptarse es tanto para minimizar los impactos negativos como para capturar beneficios. Yo no puedo ir a decirle a un productor “Tenés que reducir el impacto negativo”. Tengo que decirle “Adaptate. Adaptate a este nuevo escenario que si bien no es muy predecible, se puede ajustar el manejo a ese esquema”. Y puedo asegurarte que funciona.