Historias de egresados: “Trabajé en obras ferroviarias haciendo seguimiento e inspección ambiental de vías y estaciones en todo el país"

Pablo Binder es Licenciado en Ciencias Ambientales desde 2011 y su camino por el mundo laboral fue amplio y diverso. Actualmente trabaja como becario doctoral de un proyecto de investigación europeo que busca recuperar y reutilizar nutrientes contenidos en aguas residuales para transformarlos en bio productos. Entrevista al egresado de FAUBA desde Cataluña, España, para Agronomía Informa. 

Pablo Binder se graduó en el 2011 como Licenciado en Ciencias Ambientales de la Facultad de Agronomía de la UBA y en el 2013 como Máster en Gestión Integral del Agua, en la Universidad de Cádiz, España. Tiene sólo 38 años y una amplia experiencia en el ejercicio de la profesión de las ciencias ambientales en el ámbito público y privado, y durante una década se desempeñó como docente e investigador en la Cátedra de Ecología Acuática de la FAUBA.

Desde diciembre de 2019 trabaja en el Centro Tecnológico BETA de la Universidad de Vic (Universidad Central de Cataluña) como becario doctoral Marie Curie en el marco de REFLOW, un proyecto europeo de investigación que busca recuperar y reutilizar nutrientes contenidos en aguas residuales para transformarlos en bio productos (bio fertilizantes) que se utilizarán en la producción agrícola ganadera. 

“En el marco de la economía circular se buscan generar opciones sostenibles a la utilización de fertilizantes inorgánicos al tiempo que se evitan vertidos (directos o difusos) al ambiente, se minimizan emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEIs) y se ofrecen alternativas de menor costo a los productores, aumentando así el acceso a este tipo de bioproductos lo que les permitirá mejorar su producción y productividad. Así, generamos soluciones ambientales y sociales sostenibles para toda la cadena productiva”, asegura.

En una entrevista para Agronomía Informa, Pablo Binder relata cómo fue su paso por la carrera, representando una de las primeras camadas de graduados de la LICIA; cuenta cuáles fueron sus trabajos más desafiantes como ambientólogo y explica cómo impactó el Covid-19 en el ambiente europeo. 

-¿Cómo recordás tus años de estudiante en la FAUBA?
-Con mucho cariño y con la sensación de que el esfuerzo realizado y compartido con grandes compañeros y docentes ha valido inmensamente la pena y hoy agradezco todo lo aprendido. En particular el paso por la Cátedra de Ecología Acuática, desde mi inicio como ayudante de 2ª hasta mis últimos años como JTP me han enseñado muchísimo y me han permitido conocer excelentes personas y profesionales.

-Sos parte de una de las primeras camadas de graduados de Ciencias Ambientales…
-Específicamente soy el egresado número 14, con lo cual en ese momento la vivencia de la carrera estaba caracterizada por un contexto de descubrimiento constante, no solo por parte de los estudiantes sino de la facultad en torno a como se iban desarrollando las cursadas y como se iba esculpiendo el perfil de los estudiantes y de los primeros egresados. Mi paso por la carrera fue muy satisfactorio y fructífero, con una formación muy variada y sólida en varias áreas del conocimiento. 

-¿Sentías que iba a ser difícil insertarte al mundo laboral?
-La sensación que tenía como estudiante era que esta formación era un poco general por ser muy abarcativa y variada, esta idea fue mutando con el correr del tiempo y, en base a ganar experiencia tanto dentro como fuera de la facultad, llegué a construir la certeza de que la amplia y variada formación recibida, nos brinda a todos los egresados de la LiCiA una oportunidad casi única de poder insertarnos en la vida profesional desde diferentes aristas y en varios ámbitos. Prueba de ello es la amplísima diversidad de posiciones que hoy ocupan los egresados de la carrera en el mercado laboral y el éxito que todos están consiguiendo. 
En líneas generales me ha sido relativamente fácil conseguir trabajo y siempre que quise cambiar, lo he podido hacer en un corto plazo. Mi perfil profesional (y personal) es el resultado de una búsqueda constante de cosas para hacer,  lugares donde trabajar que me aporten desafíos interesantes, me diviertan y en donde yo pueda generar impactos positivos. Mi historia laboral es el reflejo de esta búsqueda.

-¿Dónde trabajaste como ambientólogo? 
-Mi primer trabajo fue en la APrA (GCBA), casi inmediatamente luego de finalizar la carrera, en un programa de asesoramiento ambiental para empresas; luego trabajé en la gerencia técnica de una operadora de residuos industriales; más tarde me incorporé a la sección de calidad y ambiente dentro de la gerencia de producción de materias primas, de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) donde se trabajaba muy intensamente en minimizar impactos de los pasivos ambientales provenientes de la actividad minera. También trabajé como coordinador de proyectos ambientales en una consultora privada donde se desarrollaban fundamentalmente Estudios de Impacto Ambiental (EIAs) y Planes de Gestión Ambiental y Social para obras y servicios (PGAyS).
Y en la Administración de Infraestructuras ferroviarias (ADIF SE) como parte del equipo de responsables ambientales de obras en el ámbito ferroviario. 

-¿Qué hacías en Obras Ferroviarias? 
-En ADIF SE trabajé cerca de un año dentro de la Gerencia de Calidad, Ambiente y Seguridad. Allí me encargaba, por un lado, de la redacción y revisión de los capítulos que incluyen los requisitos ambientales y sociales en los pliegos de licitación y por otro, del seguimiento e inspección ambiental de las obras ferroviarias que incluían obras de renovación y modernización de vías y estaciones en todo el país.  

-¿Qué aporte brindaste a la industria ferroviaria?
-El aporte que un Licenciado en Ciencias Ambientales puede y debe dar en este tipo de industria es la mirada ambiental integral de las actividades que se desarrollan en grandes obras para prevenir impactos, y sobre todo prever aquellos impactos al ambiente circundante que no son tan fáciles de identificar, como son los impactos indirectos y aquellos que se producen dilatados en el tiempo, que muchas veces exceden los plazos de las obras y, por ende, se vuelve una tarea difícil la de asociar responsabilidades y exigir las acciones de restauración adecuadas. Es necesario un Licenciado en Ciencias Ambientales para este tipo de trabajos, ya que desde esta profesión se dispone del conocimiento del funcionamiento de los ecosistemas pasibles de recibir algún impacto (suelo, aire, aguas superficiales, aguas subterráneas) y de este modo se puede evaluar el riesgo de cada actividad sobre el ambiente. 
Más aún, en este rol, el Licenciado ejerce una tarea de “docencia” sobre el personal de la obra, desde la jefatura de obra en todos los niveles jerárquicos donde capacita y trata de que todo el personal incorpore hábitos de cuidado del ambiente en su trabajo diario. Es en la sumatoria de todas las pequeñas acciones donde se consigue un desempeño ambiental integral satisfactorio en una gran obra de infraestructura. 

-¿Creés que hay una mayor preocupación por el impacto ambiental de parte del sector público?
-Se evidencia que cada día más el Estado se ocupa de la protección del ambiente, cada oficina del sector público cuenta con profesionales ambientales que evalúan los riesgos ambientales de una obra o actividad y otorga los permisos ambientales y sociales para funcionar. Con lo cual, la dimensión ambiental de los proyectos es cada vez más visible y necesaria para el éxito de estos. Luego, el sector público tiene que estar integrado por profesionales lo suficientemente capacitados para garantizar el mínimo impacto ambiental posible en cada una de las actividades que se autorizan y la ejecución de las medidas compensatorias ante la ocurrencia de algún impacto. 
Las oportunidades para los profesionales en Ciencias Ambientales son muchas y muy variadas y, lo más interesante, es la oportunidad de poder generar impactos positivos desde la actividad profesional; de ahí lo hermoso de esta profesión.

-¿Qué mensaje le darías a los/as estudiantes de la FAUBA?
-Simplemente alentar a quienes sientan interés por ser parte de las soluciones futuras que pretenden mejorar la calidad de vida de las sociedades y del ambiente junto con el cual nos desarrollamos, a involucrarse en carreras y actividades formativas que ubiquen al ambiente como eje transversal, la LiCia es una de ellas, y una que es capaz de aportarles la formación de excelencia necesaria para que cada profesional se desarrolle con éxito en el área que elija. Cada vez más hacen falta profesionales con sólidos conocimientos y convicciones que sepan y puedan aportar ideas revolucionarias y creativas para resolver los problemas ambientales medulares a los que nos enfrentamos de manera cotidiana. Somos responsables de generar sociedades más sostenibles, en armonía con el entorno y, en definitiva, ¡más justas y felices!

-Para cerrar, ¿cómo impactó la pandemia por Covid-19 en el ambiente?
-Durante el periodo de confinamiento más estricto (Marzo y Abril 2020 en España) hemos sido testigos de la mejora de algunos parámetros ambientales que tuvieron mucha prensa (reducciones drásticas de emisiones GEIs, mejora en la calidad de las aguas superficiales, retorno de alguna fracción de la fauna a espacios de los cuales había sido desplazada, recuperación de algunas rutas migratorias de aves, etc.) y que en su día generaron esperanzas de que (por lo  menos) algunos de los patrones de conducta / consumo pudieran verse superados para minimizar los impactos que las sociedades modernas generan sobre el ambiente, una suerte de oportunidad para revisar nuestra relación con la naturaleza para construir una sociedad más sostenible. Por ejemplo,  el priorizar compras de productos de producción local en comercios de cercanías, tomar conciencia de que se puede generar un ambiente urbano de mayor calidad con cambios en los medios de desplazamiento, respetar los ambientes naturales existentes y generar políticas para su expansión, etc. Y, sin embargo, nada (o muy poco de esto) ocurrió. Apenas se liberaron las restricciones que había sobre la libre circulación, las grandes superficies comerciales se llenaron de personas ávidas por consumir. Incluso varios analistas daban cuenta de un aumento más que proporcional del consumo y lo adjudicaban a lo que llamaron “consumo atrasado / postergado”, con lo cual se evidenció que no existió ningún cambio de comportamiento durante los meses de confinamiento ni una internalización o aprendizaje de lo que estaba ocurriendo, sino que simplemente se habían postergado en el tiempo las mismas ideas, gustos y costumbres pre-pandemia. 
Al mismo tiempo, y así como hubo muchos temas ambientalmente “positivos” tuvieron mucha prensa internacional, este evento sanitario también posee una cara que no es expuesta con la misma magnitud y que repercute ambiental y socialmente de manera significativa (y como siempre de manera desigual entre las diferentes fracciones de la sociedad y entre países). Hablo, por ejemplo de la exorbitante generación y deficiente gestión de residuos hospitalarios, de la exposición al riesgo de las poblaciones más vulnerables, se desnudaron las falencias estructurales en términos sanitarios de muchos países y regiones, quedaron expuestas las crisis de financiamiento que sufre el sector público en el campo de la formación de recursos humanos para atención médica y en la ciencia e investigación, ambos tan necesarios para poder evitar la escalada a la dimensión que ha alcanzado.
En definitiva, creo que como sociedad necesitamos revisar comportamientos y hábitos para por un lado frenar con la destrucción del ambiente para satisfacer necesidades “no tan necesarias”, reconstruir nuestra relación con el ambiente y por otro lado tomar nota de aquellos sectores que debemos fortalecer para estar mejor preparados para este tipo de eventos extremos, pero también para mejorar la calidad de vida de manera sostenibles. Los sectores públicos de ciencia, investigación, cuidados sanitarios y educación, principalmente. Todos ellos tan denostados y desfinanciados históricamente pero que se vuelven visibles e imprescindibles en momentos decisivos.  

 

Sobre el autor

Esp. Lic. en Comunicación Social