“Con el tiempo va a ser más necesaria la utilización de fertilizantes”

Lun, 18/05/2009 - 13:22
Por FAUBA

Se dedica fundamentalmente al seguimiento de la dinámica del carbono-14 en el Laboratorio de Radioisótopos de la FAUBA, del cual, además, es director. Con poco más de 25 años de profesión, explica las utilidades del laboratorio, ofrece detalles sobre su proyecto de confeccionar una herramienta para calcular los balances de carbono en los suelos, da su opinión acerca de la utilización de fertilizantes en la Argentina y  plantea un posible panorama a futuro.

Después de una larga sequía, llueve intensamente en Buenos Aires y los frondosos parques de la Facultad de Agronomía ya demuestran alivio. El agua, ligera, se cuela por entre los caminos verdes y cuesta llegar hasta el Laboratorio de Radioisótopos, donde el Ing. Agr. Roberto Álvarez trabaja en investigaciones, principalmente, relacionadas al secuestro de carbono en agrosistemas pampeanos y también a la fertilización de cultivos extensivos. “Básicamente me dedico al seguimiento de la dinámica del carbono-14 en la materia orgánica del suelo. Es decir, lo que investigo es, cuando una planta muere, cuánto queda en el suelo de su carbono, cuánto se va a la atmósfera y cómo afecta esto, a largo plazo, los niveles de materia orgánica en el suelo”, explica el ingeniero agrónomo quien además de ser investigador independiente del CONICET, está a cargo del laboratorio que cuenta con la habilitación de la Comisión de Energía Atómica para trabajar con material radioactivo.

¿En qué consiste la utilización de radioisótopos? “Sirven para la realización de seguimientos de nutrientes o carbono en el agrosistema. El átomo de carbono-14 que es radioactivo, por ejemplo, es exactamente igual que cualquier átomo de carbono que hay en la naturaleza, pero tenemos la posibilidad de detectarlo, justamente, por ser radioactivo. Entonces, se le puede agregar a un suelo un material que tenga carbono-14 y hacer el seguimiento de por donde va el carbono de ese material en el suelo y en la atmósfera”, cuenta Álvarez mientras acaricia a uno de los gatos que generalmente lo visitan en su oficina.

El felino se despliega sobre su escritorio y se exhibe sin timidez ante las miradas extrañas. Álvarez se sonríe y asegura haber adoptado a varios que andan rondando el parque, especialmente los días de tormenta. Y su carrera, reflexiona, podría haber sido junto a los animales porque fue una simple casualidad su aterrizaje en el particular mundo de la fertilidad y los fertilizantes: “En Agronomía entré porque me quedaba cerca de mi casa”, larga una carcajada y continúa: “Y la vocación por la investigación la descubrí por casualidad. Cuando me recibí estaba medio perdido, no sabía bien qué hacer, y un día me llamó un compañero para ofrecerme ser ayudante ad honorem, me gustó y me quedé”, relata mientras se asoma por detrás una tabla periódica gigante que, en algún punto, confirma su elección.

Mientras acaricia a uno de los gatos que generalmente se acercan al laboratorio, Álvarez asegura haber adoptado a varios e incluso confiesa que su carrera podría haber sido junto a los animales ya que su aterrizaje en el particular mundo de la fertilidad y los fertilizantes fue una simple casualidad, pero que luego se convirtió en una gran pasión.

Cuando el ingeniero agrónomo ingresó al Laboratorio de Radioisótopos, comenzó a interesarse en la microbiología, la fijación de nitrógeno y por ende, la materia orgánica. Luego de una década ingresó a la Cátedra de Fertilidad y Fertilizantes como profesor e inició sus estudios en fertilización de cultivos. “La mayor parte de mi trabajo actual tiene que ver con la fertilización de los cultivos trigo, maíz, girasol y soja”, asegura. Actualmente, parte de su dedicación se centra en la Pampa Ondulada: “La expectativa es hacer una versión más elaborada de un modelo que pueda calcular los balances de carbono en los suelos. El objetivo es que los técnicos tengan una herramienta mejorada para estimar cómo va a afectar su manejo, lo que ellos hacen, el nivel de materia orgánica de los suelos”.

Roberto Álvarez, como la gran mayoría de los investigadores de la Facultad de Agronomía, ejerce también la docencia en esta casa de estudios y desde su visión como integrante de la Cátedra de Fertilidad y Fertilizantes opina: “Respecto de la utilización de fertilizantes en la Argentina, hay tres formas de ver el problema: si te ponés en los zapatos del productor diría ‘si no fertilizo tengo bajo rendimiento y no me cierran los números’; después tenés la mirada del ecologista que dice ‘con fertilizantes se contamina el ambiente’, y por último la visión del técnico, ‘sin el fertilizantes no podemos mantener el nivel de alimentación de la humanidad’. Hoy en día, en Estados Unidos hay estudios que dicen que si dejaran de utilizar los fertilizantes minerales, la producción caería a la mitad. En la Argentina, yo hice algunas cuentas aproximadas y el aporte de los fertilizantes no es tan grande, con lo cual la producción caería un diez o un quince por ciento”, explica y advierte: “Pero con el tiempo va a ser más importante su utilización, porque los suelos van perdiendo fertilidad y los cultivos cada vez rinden más por su mejora genética, las plantas son más grandes y requieren más nutrientes; entonces, por lógica, son cada vez más necesarios los fertilizantes”.

Apasionado por su profesión, con poco más de 25 años de profesión, relata cómo hasta hace pocos años trabajaba fines de semana y feriados, sin tomarse vacaciones. Hoy, un poco más alejado de esa vida efusiva, se da tiempo para desarrollar su hobby: la construcción. Una inquietud heredada de su abuelo que pone en práctica en su propia casa: “Cuando no trabajo me gusta hacer cosas en mi casa: paredes, puertas, ventanas, herrería, plomería. Vengo de una familia dedicada a la construcción; entonces, uno vio esas cosas y dice ‘se puede hacer’, y así aprendí”, relata el Ing. Álvarez quien, sin embargo, asume, no sabe tanto de cimientos como de suelos.

Sobre el autor

Facultad de Agronomía - Universidad de Buenos Aires